“Calista. El misterio de la verdad”
Cuando escribí Calista. El misterio de la verdad, lo hice pensando en los niños y niñas que me acompañan en mis talleres de Filosofía para niños. Sus preguntas, sus dudas y su manera de mirar el mundo fueron la semilla de esta obra. Que como he dejado ver en cada encuentro, son ellos y ellas los que me sorprenden con reflexiones que, aunque nacen de la infancia, dialogan con los grandes filósofos de la historia.
¿Qué filosófos nos encontramos en el libro?
Platón y la luz de la verdad:
En el libro, como coprotagonista del libro, aparece la figura de Ideón y su retrato idealizado, un guiño al mito de la caverna de Platón. Igual que los prisioneros que solo ven sombras, Ideón se enfrenta a una imagen que no refleja toda su realidad. Calista, al salir de la caverna, descubre que la verdad es como la luz: puede doler al principio, pero ilumina lo que antes estaba oculto.
“¿Cómo sé que lo que veo es verdad? ¿Quizás podemos vivir engañados siempre como si fuera una película?”(Solveig, 7 años)
A veces, vemos cosas diferentes en la misma imagen. Esto nos lleva a mostrar que la verdad no siempre es única, sino que depende de nuestra forma de mirar y de lo que sabemos. Utilizo el mito de la caverna para explicar este concepto. A través de esta historia, invito a los niños y niñas a reflexionar sobre sus experiencias y percepciones, animándolos a cuestionar lo que consideran real y a explorar diferentes puntos de vista. Así, entienden que el conocimiento y la realidad pueden ser tan diversos como las interpretaciones que cada uno y una ofrece, creando un ambiente de aprendizaje colaborativo donde todos pueden compartir sus ideas y aprendizajes.

“Calista. El misterio de la verdad”
Descartes y la duda que despierta:
Otra influencia clara en Calista. El misterio de la verdad es Descartes. Cuando Calista se pregunta si lo que vive es un sueño o realidad, está dialogando con el filósofo que dudaba de todo para encontrar un fundamento seguro. Esa duda metódica aparece constantemente en los talleres de Filosofía para niños.
¿Cómo sé que esto no es un sueño?
Klara (6 años)
La inquietud cartesiana no es un ejercicio abstracto reservado a los adultos, sino una experiencia viva en la infancia. Los niños, desde muy pequeños, buscan certezas y se preguntan por la diferencia entre lo real y lo imaginario.
En el libro, la afirmación de Calista conecta con el “pienso, luego existo” desde la relación entre conocimiento y realidad.
Nos invita a preguntarnos cómo podemos estar seguros de lo que percibimos, cómo distinguir entre lo verdadero y lo ilusorio, y qué significa confiar en nuestros sentidos y en nuestra razón.
Cuando los niños se cuestionan si lo que ven en una pantalla es real, o si un sueño puede confundirse con la vigilia, están llevando a cabo la misma duda que llevó a Descartes a replantearse todo el edificio del conocimiento. Y es ahí donde la filosofía se convierte en una herramienta poderosa: no para dar respuestas definitivas, sino para enseñarles que sus preguntas son valiosas y que el conocimiento se construye en el diálogo entre la experiencia y la reflexión.

“Calista. El misterio de la verdad”
Otros ecos filosóficos
Aunque Platón y Descartes son las referencias más evidentes en Calista. El misterio de la verdad, otros filósofos y filósofas han dando rienda suelta al libro cuyas ideas se ven implícitas.
- Aristóteles: Calista observa a los niños saliendo del colegio: unos corren felices, otros caminan tranquilos, otros parecen preocupados. Esa escena es un ejemplo perfecto de cómo la verdad se construye a partir de lo concreto y lo cotidiano. No es una abstracción lejana, sino algo que se descubre mirando con atención la diversidad de la vida. Cuando un niño dice “el agua está fría” y otro responde “para mí está templada”, están poniendo en práctica esa mirada aristotélica que reconoce que la realidad se percibe desde distintos ángulos. La verdad, entonces, no es solo un concepto universal, sino también una experiencia situada, que se enriquece con la pluralidad de perspectivas.
- Nietzsche: Nos invita a pensar que la verdad no siempre es un espejo fiel de la realidad, sino una construcción cargada de interpretaciones, metáforas y valores. La verdad no es algo fijo y universal, sino una creación humana que depende de la perspectiva y de la fuerza con la que afirmamos nuestra visión del mundo. Se ve reflejada que la autenticidad no consiste en buscar una perfección idealizada, sino en aceptar lo que somos con nuestras contradicciones.
- Hannah Arendt: La idea de la libertad no como ausencia de reglas, sino como la capacidad de iniciar algo nuevo. Cuando los niños y niñas inventan juegos o preguntas inesperadas, veo esa libertad arendtiana que se expresa en la acción y en la pluralidad. Los niños y niñas, al igual que Calista, no buscan romper cadenas, buscan la manera de elegir con dignidad y respeto.
- Kant: En las reflexiones de Calista lestá implícita la idea de que conocimiento requiere tanto de la experiencia como de las categorías de la razón. Cuando Calista se pregunta si los números existen en la naturaleza o si los inventamos nosotros, está tocando esa tensión kantiana entre lo que percibimos y lo que pensamos.
- Simone Weil: Su visión de la atención como acto filosófico. En el libro, Calista observa con cuidado lo que ocurre a su alrededor: las hojas que bailan, los niños que salen del colegio, la madre que recibe una flor marchita. Esa atención es la puerta hacia la verdad, porque nos enseña a mirar más allá de lo evidente.
Sembrar el diálogo

Mi propósito fue que el libro no se quedara en una narración, sino que se convirtiera en un laboratorio de preguntas. Por eso añadí actividades y diálogos que invitan a observar, imaginar y cuestionar al final del libro.
En cada página quise reflejar el asombro y la curiosidad que veo en los niños y niñas que me acompañan, porque ellos son los verdaderos protagonistas de este viaje filosófico. Y son ellos y ellas los que han dado vida a Calista.
Calista. El misterio de la verdad es mi manera de mostrar que la filosofía no es un conjunto de respuestas cerradas, sino un camino compartido de dudas y descubrimientos. Al apoyar esta curiosidad natural, les mostramos que la realidad no es algo que se recibe pasivamente, sino que se explora, se contrasta y se piensa. Así, la filosofía se convierte en un puente entre la infancia y la adultez, entre el asombro y la búsqueda crítica de la verdad.
“La verdad no es como un destino fijo, sino más bien como un viaje que empieza desde que naces hasta que mueres y creo que nunca podemos alcanzar la verdad absoluta pero sí fragmentos de la verdad.”
Mateo (13 años)
Suena increible el libro Esther, creo que no puedo esperar para leerlo con los niños de la clase. En un viaje del conocimiento propio hacia el cuestionamiento de lo que “se me da” desde afuera. El camino de la reflexión, muy interesante como lo abordas y como lo han trabajado tus niños.